Chispita
27-08-2012 – (Gallego) Cuando en el año 2008 atendíamos a la perrera de O Carballiño, trajeron una perrilla, de nombre “Chispa”, que había pertenecido a una señora recientemente fallecida. Sus herederos tuvieron buen cuidado de apropiarse de los bienes materiales que dejó y, consecuentes con la mala baba de este pueblo insensible, brutal e ignorante, dejaron a la perra en la perrera. Posiblemente la única herencia que la fallecida hubiera agradecido que cuidaran fue precisamente a la que primero dejaron abandonada. Confiamos en que no hubiera peleas por otros bienes materiales, lo que no es descartable entre individuos de semejante calaña.
Como posible secuela de la cómoda vida a la que estaba acostumbrada, fue incapaz de comer las carcasas de pollo crudas que hasta el día de hoy constituyen el único alimento de los animales en dicha perrera. Tampoco dormía en el suelo y pasaba las horas en un mugrienta silla que había en el local donde la guardamos para evitar sus constantes fugas. Porque su característica más destacada era la habilidad que tenía para fugarse de las jaulas, trepando por la tela metálica y saltando al exterior, se podría decir que sus ansias de libertad eran sorprendentes.
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